court.
"De esta manera nació en Buntcourt, una aldea
mediterránea, la leyenda de que si una mujer embarazada veía bajar de un barco
al conde Rosembergt Cruze Valle de Betancourt, sus hijos varones serían inteligentes, arrogantes, hermosos y con los "ojos de tigre" del conde. Además, se creía que, antes de los 70 años, estos hijos serían
tan millonarios como él."
Nuevo
aporte histórico sobre el apellido Betancourt
El apellido Betancourt tiene una
notable presencia en España. Según estadísticas del año 2012, un total de 1.522
personas llevaban este apellido como primer apellido. De esta cifra, el 30%
(449 personas) se concentraba en una sola provincia.
La distribución geográfica del apellido
Betancourt muestra que la mayoría de los registros se encuentran en la provincia
de Madrid, con un 10% (154 personas). Le sigue Barcelona con
un 6% (88 personas), Alicante con otro 6% (84 personas), Las
Palmas de Gran Canaria con 6% (84 personas), Valencia con 5%
(83 personas) y Tenerife con 5% (77 personas). También se
registran 70 personas con este apellido en Murcia, mientras que
el 34% restante (517 personas) está repartido en menores cantidades por
otras provincias del país.
En el ranking de apellidos de Canarias,
Betancourt ocupa el puesto nº 687 como primer apellido.
Origen y
evolución del apellido
El apellido Betancourt tiene su origen en Francia,
y a lo largo del tiempo ha dado lugar a numerosas variantes debido a la
evolución lingüística en el castellano, donde los nombres y apellidos no siguen
reglas ortográficas estrictas. Así, han surgido formas como: Bettencourt,
Bittencourt, Betancort, Betancurt, Bentancourt, Bentancort, Bentancurt,
Betancor, Betancur, Bentancor, Bentancur, Bethancourt, entre otras.
Un linaje
histórico
El apellido Betancourt tiene una conexión
especial con la historia de las Islas Canarias. Don Juan de Betancourt,
Barón de Saint-Martín de Gaillard, fue el conquistador de las Islas
Canarias, de las cuales fue señor feudatario.
Además, este linaje ha probado su nobleza en
distintas Órdenes Militares, tales como:
- Orden de Santiago (1647
y 1792)
- Orden de Calatrava
(1753, 1791, 1803 y 1906)
- Orden de Alcántara
(1701)
¿Quién fue el Conde de Betancourt?
El Conde de Betancourt, cuyo nombre completo era
Rosembergt Cruze Valle de Betancourt, fue un personaje fascinante cuya historia
combina hechos reales y leyendas que perduran en el tiempo. Según los archivos
franceses, fue un prestigioso comerciante y próspero empresario a finales de
1816, conocido por su actividad comercial tanto con el reino de España como con
el Imperio Ruso, Inglaterra, Francia, Austria y Alemania. Su trabajo abarcaba
desde el transporte marítimo de animales en pie hasta el comercio de todo tipo
de mercaderías.
Rosembergt Cruze Valle de Betancourt nació en 1775
en una pequeña población francesa, que formaba parte del antiguo pueblo de
Collioure, enclavado a la orilla del mar Mediterráneo. En los años 1820, fue
objeto de numerosos elogios en Francia, Austria y el Reino Unido, al aparecer
por primera vez con el reconocimiento de “Conde Rosembergt de Betancourt”. Como
conde, poseía varias propiedades, entre ellas barcos destinados al comercio en
toda Europa. Fue uno de los miles de marinos que navegaron por el mar, desde la
costa este de los Estados Unidos hasta Gran Bretaña, Francia, el Báltico y el
Mediterráneo. Sus veleros realizaban largos viajes por el océano Pacífico. El
tráfico marítimo de la época era un negocio en el que se transportaba todo tipo
de mercaderías y pasajeros. La vida a bordo era dura y carecía de los
entretenimientos modernos. En 1800, un viaje entre Nueva York y China podía
durar por lo menos un año, a veces dos, y las comunicaciones con el hogar
dependían del intercambio de cartas que los buques enviaban desde los puertos
del mundo.
La historiografía inglesa señala que el conde estuvo
emparentado con una de las hijas del príncipe Jorge de Ruy de Castilla (más
tarde rey Jorge V) y su esposa Kristel Sartanejas, duquesa de Einstandgrof,
quien estaba casada con el príncipe Alejandrelo VI. Su padre era el segundo
hijo del duque Constantin III, también llamado Rosembergt Constantin de
Betancourt, y su madre fue la hija menor del aristócrata escocés Alejandro
Artuza, príncipe de Malaky.
El conde residió brevemente en una vivienda a
orillas del mar, adquirida por sus padres poco después de su nacimiento. Se
dice que fue bautizado en la religión anglicana en la capilla privada del
Palacio de Buckingham (destruida durante los bombardeos en la Segunda Guerra
Mundial), a donde fue llevado por sus padres a muy temprana edad, para luego
regresar a Francia. Su padre, el Conde Constantin Rosembergt de Betancourt,
influyó en sus gustos y preferencias, especialmente en el amor por las mujeres
casadas, consejos que el conde siguió hasta su muerte, dejando una larga lista
de hijos. La mayoría de estos hijos no llevaron el apellido “De Betancourt”, ya
que muchos fueron concebidos con mujeres de alto prestigio y abolengo, y en
aquella época el adulterio era considerado un pecado mortal. Revelar la
identidad del padre podía costar los títulos nobiliarios, la excomunión e
incluso la vida.
Según cuenta el escribano del conde, Einskor de la
Croa, en 1890, cuando el comercio en Europa comenzó a declinar, los
descendientes del conde emigraron a América y África. En África se asentaron en
las tierras del mar de Alborán, al norte de África, cerca del estrecho de
Gibraltar. En América, llegaron por el Pacífico colombiano, extendiéndose hacia
los llanos centrales de Venezuela y las zonas altas de Ecuador.
Los pocos registros que aún permanecen en archivos
franceses describen a un hombre atractivo, de aproximadamente 1.80 metros de
altura, con ojos muy particulares. A diferencia de los ojos azules o verdes
predominantes en Europa, los ojos del conde tenían rayas del color de los ojos
de un tigre, razón por la cual las damas de la época lo llamaban “el
maravilloso Conde de los ojos de tigre”. Estos ojos hipnotizaban a quienes lo
miraban, mientras que los hombres los miraban con recelo. Además, su piel era de
un tono blanco cobrizo, resultado de largos años en alta mar. Era corpulento y,
al llegar a cualquier puerto, solía lucir un vestir elegante y modales
refinados, con un hablar exquisito que embelesaba a las damiselas que tenían la
oportunidad de cruzarse en su camino.
Su rostro varonil, de gran porte, presentaba pómulos
prominentes y una sonrisa sugerente, acompañada de un gesto amable que lo
caracterizaba. Era conocido por su bondad hacia los menos favorecidos, a
quienes solía regalar comida o mercancía con gran generosidad. Los enemigos del
conde le respetaban, ya que por todo el Mediterráneo se hablaba de él como una
persona admirable, buena y de gran corazón. Sin embargo, también era un
ferviente enamorado de mujeres casadas, lo que generaba recelos entre los hombres
de la época. Cuando un barco del conde atracaba en algún puerto, muchos esposos
prohibían a sus mujeres salir de casa por miedo a su encanto. Las mujeres, por
su parte, solo susurraban entre ellas el apodo de “el maravilloso Conde de los
ojos de tigre”, con palabras bajísimas, para no ser escuchadas por sus maridos,
quienes se enfurecían al oír su nombre y pedír a sus esposos que se
parecieran, aunque fuera un poco, al conde.
La fama del “Conde de los ojos de tigre” trascendía
los mares. Era considerado también un hombre de trabajo incansable, un
“guerrero incansable”, con un carácter amable y encantador, pero con una
voluntad de hierro para el esfuerzo y el amor. Se decía que quien imitara sus
gestos y adoptara su modo de ser gozaría de gran fortuna antes de los 70 años.
Por eso, muchas familias de la región querían emparentar a sus hijas con él.
Cuando a lo lejos se avistaba un barco, las jóvenes se engalanaban y sus padres
las llevaban al puerto a esperar si se trataba del legendario y apuesto hombre
de mundo.
El escribano Einskor de la Croa relata que, tras las
faenas de pesca o labranza, los hombres de las aldeas costeras se vestían y
perfumaban, caminando erguidos y llevando un clavel en el ojal de la casaca, en
un intento de parecerse al “maravilloso Conde de los ojos de tigre”. De esta
manera nació en Buntcourt, una aldea mediterránea, la leyenda de que si una
mujer embarazada veía bajar de un barco al conde, sus hijos varones serían
inteligentes, arrogantes, hermosos y con los ojos del conde. Además, se creía
que, antes de los 70 años, estos hijos serían tan millonarios como él. La
leyenda se mantiene hasta hoy en muchas aldeas cercanas al Mediterráneo, donde
el apellido Betancourt es venerado con orgullo.
En América, especialmente en las costas del Pacífico
colombiano, también se cuentan historias en América, especialmente en las costas del Pacífico colombiandientes del conde que nunca
conocieron su historia, pero que ostentaron grandes riquezas. Se dice que,
antes de cumplir los 70 años, muchos de ellos cambiaron su apellido,
deformándolo en distintas formas como Vethencourt, Betencurth, Bethancourth,
Betencour, Vechencourth, Becencou, Wethencouth, Betancu, entre otros. Al
descubrir el significado del apellido original, que en castellano significaba
“bestias en la cuadra”, muchos no se sintieron a gusto con esa herencia y
prefirieron modificarla.
Nunca se supo con certeza qué ocurrió con Rosembergt Cruze Valle de Betancourt, el “maravilloso Conde de los ojos de tigre”, hasta que, el 24 de septiembre de 1955, una expedición británica, por accidente, halló los restos de un barco hundido en el mar Báltico. Entre los objetos rescatados, encontraron un medallón de oro con el escudo de armas de Francia y la inscripción: “À mon grand amour secret pour tant de dévouement. Comte Rosembergt Cruze Valle de Betancourt” (“A mi gran amor secreto por tanta dedicación, Conde Rosembergt Cruze Valle de Betancourt”). Posteriormente, se determinó que ese medallón fue un regalo que le diò la amada esposa de quien mas tarde sería uno de los connotados hombres que gobernó Francia y que odiaba con toda su alma, a Rosembergt Cruze Valle de Betancourt, el “maravilloso Conde de los ojos de tigre”.
Investigación y redacciòn de: Dr. Jesús del Valle Betancourt.
Esto es una feliz coincidencia.
ResponderEliminarUna maravillosa Historia, la cual me contaba mi abuelo Luantú de Betancourt en el Chocó Colombia, quien decía que su abuelo se llamaba Cruze Rault De Betancourt y era descendiente del "Conde de Betancourt", contaba tantas historias que a nosotros nos parecía que eran cosas de "viejos", pero ya veo que todo era verdad, la investigación hecha por el Dr. Betancourt coincide perfectamente con lo que contaba nuestro abuelo en Colombia, hoy mi familia se encuentra radicada en Canadá y cuando leímos esta investigación se nos pararon los pelos de punta y lloramos de emoción.
Gracias Dr. Betancourt por hacernos traer tantos bellos recuerdo de nuestra infancia en Colombia.
Rosa Virginia Betancourt de Wagnner.
Vancouver 9-1-2021
Gracias a Usted por leernos.
ResponderEliminarDr. Jesús Betancourt.
...Que gran historia, que buena investigación hecha por usted estimado Dr. Betancourt, no se de donde es usted, pero me parece que es un hombre de mucha capacidad investigativa y por su redacción veo que es un gran escritor, que hila fino la historia de su apellido, lo felicito y quisiera alguna vez conocerlo personalmente y entablar una buena amistad con usted, soy española y vivo en La Rioja, donde soy escritora y profesora universitaria; en privado le enviaré mi correo electrónico para contactarlo, me encanta conocer gente interesante. reciba un gran saludo y mi admiración. Dra. Aranzha Gouverner.
ResponderEliminarMuchas gracias, estimada Dra. Aranzha, el gusto es para nosotros poder contar con profesionales como usted, que esté pendiente de nuestras publicaciones, agradecemos sus cumplidos y nos ponemos a sus ordenes.
EliminarDr. Jesús Betancourt.
No sabia que mi apellido es grande, muchas gracias Dr. Jesùs Betancourt, lo felicito, quisiera conocerlo, le puedo decir que lo aqui narrado es bien parecido a mi padre, quien es identico al conde de Betancourt, segùn sus investigaciones, el tiene 92 años y sigue siendo elegante, altivo y enamorador, jajajajajajajaja, un abrazo y de verdad lo admiro.
ResponderEliminarHugo Betancourt Plymouth, Estado de Bèlgica.
Bien interesante está investigación, el 2012 estuve en un pueblo llamado Delcourt en Francia y en un museo estaban presentando al Conde De Betancourt como un gran marinero que dió a conocer en el mundo las mercaderías francesas de la época y coincide con su trabajo investigativo.
ResponderEliminarLo felicito Dr. Jesús del Valle Betancourt. Por cierto, lleva usted el nombre casi igual de ese fascinante personaje.
Somingsda Wolfgang.
Increible, mi abuela tenia razòn...................Gracias.
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